La empatía tiene muchas manifestaciones, desde la social (‘tienes que pensar en el prójimo cuando haces algo que le afecta’) a la comercial (‘tienes que pensar en el usuario al que te diriges cuando creas un producto’). Es ese ‘ponerse en la piel del otro’ para intentar sentir lo que siente, actuar como actuaría o pensar como pensaría. Igual que los seres vivos tienen una función de relación por la que perciben su entorno y reaccionan a él (una planta buscando la luz del sol), los seres sociales somos empáticos para poder convivir con nuestros semejantes.
La respuesta facilona a la pregunta que planteaba antes (que por qué nos importa más esta guerra que otras) sería decir que los ucranianos son blancos, o europeos (aunque sea de voluntad) o cercanos en lo geográfico. Pero las distancias culturales no son sólo una cuestión de raza, esquema social o distancia en kilómetros. Sirva como ejemplo que en España nos importa mucho más lo que pasa en EEUU que lo que sucede en Rumanía, a pesar de que compartimos mucha más historia, lengua o marcos geográficos con los segundos que con los primeros.
La respuesta algo más compleja a la pregunta está en el vídeo que mencionaba, que a buen seguro has visto (y si no, vale la pena): una niña ucraniana, animada por los suyos, se lanza a cantar ‘Suéltalo’ (‘Let it go’ en su versión original) en un refugio.