En alguna ocasión me he referido al presidente de la Xunta como el ‘Godot’ del PP. Es el barón al que todo el mundo lleva años esperando dentro del partido, pero que hasta ahora no se ha decidido a dar un paso adelante. Tan gallego como Rajoy, ni cose ni descose y habla siempre entre nieblas del norte. Y aquí siguen, esperando.
¿Por qué es tan valorado? Porque es un barón poderoso. No es casual que Galicia sea la tierra de las grandes figuras de la derecha patria. Uno fue un dictador. Otro un jerarca de la dictadura que supo reconvertirse hasta acabar siendo un padre de la Constitución y después el fundador de un gran partido democrático. El tercer referente, el más parecido a Feijóo, un tecnócrata poco dado a los sobresaltos que llegó a la Moncloa y llevó al partido a sus mayores cuotas de poder.
¿Y por qué Feijóo puede ser el cuarto? Porque es el guardián de las esencias. Un perfil en apariencia moderado, aunque otros muchos lo parecieron antes que él y luego no lo eran. Conservador, sin estridencias y, sin duda, un líder efectivo: es el único que gobierna con mayoría absoluta en estos tiempos de fragmentación, y lo hace en la única región en la que el bipartidismo está más fuerte ahora que hace ocho años, antes de Podemos y Ciudadanos. Y ni que decir tiene que es gracias a su tirón.