Como no quiero irme dejándote con la desazón de la duda, vamos a darle la vuelta al planteamiento. Somos tan influenciables que nos hemos metido en una espiral bajonera. Que si la pandemia, que si las restricciones, que si la guerra, que si la amenaza nuclear, que si la crisis económica, que si la inflación, que si la sequía. Y cuando el ambiente está así es difícil salir de esa percepción. Hay un terremoto en Japón, vamos a morir todos. Hay combates junto a una central nuclear, vamos a morir todos. Hay un meteorito pasando ‘cerca’ de la Tierra, vamos a morir todos.
Y sí, es verdad, vamos a morir todos. Pero, al menos en esto, no nos dejemos llevar por la sensación de que se acumulan las noticias catastróficas. Si ha de pasar que pase, pero que nos pille bailando.