Pero es que no sólo se trata de cómo de envejecido está un país, sino de cuál es la tendencia. Me explico: hay países muy jóvenes porque tienen mucha población joven, pero también porque tienen menor esperanza de vida, como sucede por ejemplo en África, por lo que la media de edad es joven. En el caso de España se conjugan ambos factores contrarios: una sociedad muy longeva y una tasa de natalidad por los suelos.
Y eso tiene, de nuevo, consecuencias. Cuanto más longeva es la sociedad, más tiempo se pagan pensiones a los mayores, lo que hace que se dediquen menos fondos a otras cuestiones. Y cuanto menos recursos hay, por ejemplo, para la inserción productiva de los jóvenes, más tarde y en peores circunstancias se independizan y forman familias. Es una especie de pescadilla que se muerde la cola agravada por el tiempo: a ver cómo unos pocos jóvenes activos pueden sostener a muchos jubilados.
El siguiente paso es la consecuencia de lo anterior: la ganancia o pérdida de población de países enteros (y regiones dentro de los países). Por ilustrarlo con otros ejemplos alejados de España y Chile, es interesante
esta comparación entre Portugal y Países Bajos.